Las feministas protestan con los senos al aire
09/07/13
Fuente: cromos.com.co
¿Qué hace que estas mujeres se quiten la ropa y muestren sus torsos desnudos a líderes del mundo y escandalicen en iglesias, mezquitas, tribunales, plazas y centros de poder de Europa?
Pareciera ser una sesión de acondicionamiento físico cualquiera. Las mujeres hacen los ejercicios en fila o en círculo: estiramiento, abdominales, lagartijas. Luego simulan una lucha cuerpo a cuerpo. Más adelante ensayan la postura: erguidas, piernas abiertas, puños cerrados, actitud altiva, expresión adusta en la cara y el grito de guerra: ¡Femen, Femen, Femen! No es una clase de aeróbicos para lucir mejor, es la manera en que un puñado de mujeres, en cualquier punto de París, se preparan para luchar con sus cuerpos.
Ellas acaban de inaugurar el primer centro de entrenamiento de Femen en Europa y se toman muy en serio su papel como activistas. No se trata solo de quitarse la ropa y soportar las miradas curiosas, descalificadoras o lascivas. Es la única forma que encuentran para que sus mensajes se escuchen. Sus cuerpos son lienzos para sentar protestas: lo hacen por las cuatro compañeras que estuvieron presas en Túnez, en contra de la religión, del machismo, de la mercantilización del cuerpo femenino, de la esclavitud sexual, a favor del aborto y del matrimonio entre homosexuales. Tienen causas muy diversas.
Para protestar contra la imagen de la mujer que promociona Mattel con sus muñecas Barbie, activistas de Femen aparecieron en la inauguración de la casa de ensueño Barbie en Berlín. Esta empresa "ha vuelto un pedazo de plástico en un dios para millones de niñas de todo el mundo que ahora solo buscan imitar las formas plásticas y la estupidez de la muñeca", dijeron.
Y se inauguró en París, porque fue allá donde la ucraniana Inna Shevchenko buscó refugio ante la persecución en su país. Fue ella una de las cuatro fundadoras de Femen en 2008 y es una de las figuras más visibles de este movimiento en el mundo: la que cortó con una motosierra una cruz de madera en Kiev como solidaridad con las Pussy Riot el año pasado; la que apareció con su torso desnudo en la Plaza de San Pedro, durante un Ángelus del papa Ratzinger en apoyo al matrimonio gay y recibió sombrillazos de una ferviente católica; y una de las que protestó ante Silvio Berlusconi por sus escándalos sexuales con menores de edad: lo llamó sucio, apestoso, pervertido, mafioso y pedófilo.
Tiene 22 años y una fuerza inusitada en sus palabras. Está convencida de que con su lucha le da una nueva interpretación al cuerpo de la mujer, cambiando la visión como objeto sexual. Cree que con Femen están creando una nueva ola de feminismo del tercer milenio. Su mensaje ha calado lo suficiente entre las europeas. Ya hay capítulos en España, Bélgica, Alemania, Estados Unidos, Brasil y México.
Al comienzo las integrantes de Femen salían a las calles con carteles a protestar contra el machismo en Ucrania y contra el turismo sexual que acosa a las mujeres de ese país, contra las instituciones religiosas y las agencias de matrimonio internacional, pero pocos les ponían bolas. Hasta que decidieron mostrar los senos. La efectividad de su mensaje se multiplicó. Alexandra Shevchenco, otra fundadora que ahora impulsa el movimiento desde Berlín, recuerda que ante sus primeras protestas torsidesnudas, el Primer Ministro ucraniano defendió su gabinete completamente masculino aduciendo que “dirigir reformas no es asunto de mujeres” y diciendo que él necesitaba “gente que pudiera trabajar entre 16 y 18 horas al día”.
A medida que ampliaban sus objetivos, fueron ganando adeptas, pero también contradictores. A sus ya polémicas apariciones, se unió la solidaridad con Amina Tyler, una tunecina que publicó en su perfil de facebook una foto suya fumando, con el torso desnudo y un mensaje escrito en su pecho en contra del moralismo de los líderes religiosos de su país.
Hay quienes piensan, incluso, que las Femen son producto de un plan maquiavélico de la CIA para golpear al mundo musulmán.
Las activistas de Femen tomaron como suya esa causa e hicieron apariciones en diferentes partes del mundo pidiendo la libertad de Amina, quien primero fue secuestrada por su familia aduciendo que sufría de problemas mentales, y luego fue encarcelada acusada de actos contra el pudor y la moral por escribir la palabra Femen en un muro cercano a un cementerio musulmán en Kairouan, ciudad santa del Islam.
Las reacciones no se hicieron esperar. Lo primero que ocurrió fue la manifestación de un grupo de activistas musulmanas que, a través de diversos medios, quisieron demostrar que las acciones de Femen eran “contraproducentes”. Con mensajes como “estoy orgullosa de ser musulmana, no necesito ‘liberarme’, no necesitamos que mujeres blancas no musulmanas salven a mujeres musulmanas de los hombres musulmanes”, este grupo logró llevar la vocería de quienes se oponen al desnudo y a sus métodos transgresores.
Dos francesas, Pauline Hillier y Marguerite Stern, y una alemana, Josephine Markmann, mostraron sus pechos frente al Palacio de Justicia de Túnez hace un mes, para pedir la liberación de Amina. Acusadas de atentar contra el pudor y las buenas costumbres e incitar al libertinaje, fueron condenadas a cuatro meses de prisión. Esta semana fueron liberadas, después de pedir perdón ante el juez por lo que hicieron. Pero apenas llegaron a París, dijeron que no se arrepentían de lo que hicieron. La organización emitió un comunicado en el que sentenció “¡Sí, hemos ganado! La decisión ilegal de la justicia tunecina está anulada. Nuestra determinación ha hecho reflexionar a los islamistas, nuestros senos han sido más fuertes que sus piedras”.
Las activistas de Femen se someten a un duro entrenamiento para dar la imagen de guerreras fuertes y altivas, y soportar la presión de las autoridades. Su lema: no sonreír nunca, son soldados en misión.
Pauline, Marguerite, Josephine y Amina son heroínas, mártires. Sus nombres, estampados en los pechos de decenas de jóvenes en diferentes capitales europeas, aparecieron en fotografías y videos que ya son virales en redes sociales. Pareciera ser acertada la tesis: lograron llamar la atención.
No piensan lo mismo las feministas más puras. Para ellas, Femen se contradice al acudir al desnudo para luchar contra la utilización del cuerpo femenino. Les critican por “defender la igualdad sexual y social en el mundo”, asegurando que son reivindicaciones ingenuas y vagas. Otros sectores las ven como poco estructuradas, teóricamente débiles y con deseos apremiantes de salir en los medios de comunicación.
Por otro lado, hay quienes creen que estas mujeres ya desbordaron el activismo y deben superar la fase de la protesta para pasar a la acción política. Viktor Svyastskiy, uno de los hombres que militan en Femen, opina que ellas no pueden correr por las plazas toda su vida y que hay que influir en la toma de decisiones en el ejecutivo y en el legislativo, mejor dicho, hacer política. Sus dirigentes lo han descartado tajantemente.
En abril de este años, activistas de Femen se aparecieron en la Feria Industrial de Hannover, Alemania, con letreros como "fuck dictador" en sus pechos, dirigidos al presidente ruso Vladimir Putin. La canciller Ángela Merkel, incómoda presenció el hecho.
Otros consideran que el nudismo no es suficiente y quieren ver que estas chicas también hagan talleres, publiquen material educativo y se conviertan en una organización que proporcione ayudas legales a otras mujeres que lo necesitan. Creen que los métodos provocadores solo logran despertar reacciones negativas hacia el feminismo. Y hay incluso quienes piensan que las Femen son producto de un plan maquiavélico de la CIA para golpear al mundo musulmán.
Lo cierto es que son populares en redes sociales, reciben donaciones a través de su página www.femen.org, venden artículos en su femenshop, cada semana reciben nuevas adhesiones y abren nuevas sedes. Ya tienen una estructura con un nivel central y toma de decisiones consensuada. Todo esto lo han logrado en el último año. Justamente esta semana estuvieron en titulares de los medios porque Facebook cerró su perfil por considerar que promovía la pornografía y la prostitución. Inna calificó la decisión como ridícula, recibió miles de mensajes de apoyo.
Tal vez sea este tipo de reacciones las que convocan a mujeres de diferentes nacionalidades a unirse a sus campos de entrenamiento. Quieren prepararse mental y físicamente para provocar, para no dejarse intimidar por las cámaras, para luchar contra los policías y tratar de zafarse de sus cordones de seguridad, burlar a los guardaespaldas de los líderes políticos y soportar la presión, los insultos y las agresiones.
No es casual que además de ir a plazas y lugares públicos, ahora persigan a los líderes del mundo para mostrarles sus tetas con mensajes de protesta. Lo hicieron con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y la premier alemana, Ángela Merkel; con el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y lo han intentado con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Hombres en Femen
Femen también recibe hombres en su organización, pero solo las mujeres desnudan sus torsos. Ellas aseguran que es para que el mundo entienda que las mujeres pueden actuar por sí solas y están dispuestas a luchar. Los hombres están en labores logísticas, de apoyo, son fotógrafos, abogados. Hay solo unos pocos gays y lesbianas en sus filas y hasta ahora no hay transexuales.
Hay varios rasgos más que distinguen a Femen. Algunas utilizan corona de flores en su cabeza. Sus dirigentes han aclarado que no tiene nada que ver con el movimiento hippie, sino que proviene de una tradición ucraniana vinculada con el símbolo de la belleza de las guerreras. Para las fundadoras, la corona significa el nacimiento del feminismo en un país que nunca ha existido.
Siempre hacen sus apariciones con los puños cerrados, con las manos en alto, con su cuerpo erguido y cara muy seria. Es su posición de guerreras.
Fuente: cromos.com.co
¿Qué hace que estas mujeres se quiten la ropa y muestren sus torsos desnudos a líderes del mundo y escandalicen en iglesias, mezquitas, tribunales, plazas y centros de poder de Europa?
Pareciera ser una sesión de acondicionamiento físico cualquiera. Las mujeres hacen los ejercicios en fila o en círculo: estiramiento, abdominales, lagartijas. Luego simulan una lucha cuerpo a cuerpo. Más adelante ensayan la postura: erguidas, piernas abiertas, puños cerrados, actitud altiva, expresión adusta en la cara y el grito de guerra: ¡Femen, Femen, Femen! No es una clase de aeróbicos para lucir mejor, es la manera en que un puñado de mujeres, en cualquier punto de París, se preparan para luchar con sus cuerpos.
Ellas acaban de inaugurar el primer centro de entrenamiento de Femen en Europa y se toman muy en serio su papel como activistas. No se trata solo de quitarse la ropa y soportar las miradas curiosas, descalificadoras o lascivas. Es la única forma que encuentran para que sus mensajes se escuchen. Sus cuerpos son lienzos para sentar protestas: lo hacen por las cuatro compañeras que estuvieron presas en Túnez, en contra de la religión, del machismo, de la mercantilización del cuerpo femenino, de la esclavitud sexual, a favor del aborto y del matrimonio entre homosexuales. Tienen causas muy diversas.
Para protestar contra la imagen de la mujer que promociona Mattel con sus muñecas Barbie, activistas de Femen aparecieron en la inauguración de la casa de ensueño Barbie en Berlín. Esta empresa "ha vuelto un pedazo de plástico en un dios para millones de niñas de todo el mundo que ahora solo buscan imitar las formas plásticas y la estupidez de la muñeca", dijeron.
Y se inauguró en París, porque fue allá donde la ucraniana Inna Shevchenko buscó refugio ante la persecución en su país. Fue ella una de las cuatro fundadoras de Femen en 2008 y es una de las figuras más visibles de este movimiento en el mundo: la que cortó con una motosierra una cruz de madera en Kiev como solidaridad con las Pussy Riot el año pasado; la que apareció con su torso desnudo en la Plaza de San Pedro, durante un Ángelus del papa Ratzinger en apoyo al matrimonio gay y recibió sombrillazos de una ferviente católica; y una de las que protestó ante Silvio Berlusconi por sus escándalos sexuales con menores de edad: lo llamó sucio, apestoso, pervertido, mafioso y pedófilo.
Tiene 22 años y una fuerza inusitada en sus palabras. Está convencida de que con su lucha le da una nueva interpretación al cuerpo de la mujer, cambiando la visión como objeto sexual. Cree que con Femen están creando una nueva ola de feminismo del tercer milenio. Su mensaje ha calado lo suficiente entre las europeas. Ya hay capítulos en España, Bélgica, Alemania, Estados Unidos, Brasil y México.
Al comienzo las integrantes de Femen salían a las calles con carteles a protestar contra el machismo en Ucrania y contra el turismo sexual que acosa a las mujeres de ese país, contra las instituciones religiosas y las agencias de matrimonio internacional, pero pocos les ponían bolas. Hasta que decidieron mostrar los senos. La efectividad de su mensaje se multiplicó. Alexandra Shevchenco, otra fundadora que ahora impulsa el movimiento desde Berlín, recuerda que ante sus primeras protestas torsidesnudas, el Primer Ministro ucraniano defendió su gabinete completamente masculino aduciendo que “dirigir reformas no es asunto de mujeres” y diciendo que él necesitaba “gente que pudiera trabajar entre 16 y 18 horas al día”.
A medida que ampliaban sus objetivos, fueron ganando adeptas, pero también contradictores. A sus ya polémicas apariciones, se unió la solidaridad con Amina Tyler, una tunecina que publicó en su perfil de facebook una foto suya fumando, con el torso desnudo y un mensaje escrito en su pecho en contra del moralismo de los líderes religiosos de su país.
Hay quienes piensan, incluso, que las Femen son producto de un plan maquiavélico de la CIA para golpear al mundo musulmán.
Las activistas de Femen tomaron como suya esa causa e hicieron apariciones en diferentes partes del mundo pidiendo la libertad de Amina, quien primero fue secuestrada por su familia aduciendo que sufría de problemas mentales, y luego fue encarcelada acusada de actos contra el pudor y la moral por escribir la palabra Femen en un muro cercano a un cementerio musulmán en Kairouan, ciudad santa del Islam.
Las reacciones no se hicieron esperar. Lo primero que ocurrió fue la manifestación de un grupo de activistas musulmanas que, a través de diversos medios, quisieron demostrar que las acciones de Femen eran “contraproducentes”. Con mensajes como “estoy orgullosa de ser musulmana, no necesito ‘liberarme’, no necesitamos que mujeres blancas no musulmanas salven a mujeres musulmanas de los hombres musulmanes”, este grupo logró llevar la vocería de quienes se oponen al desnudo y a sus métodos transgresores.
Dos francesas, Pauline Hillier y Marguerite Stern, y una alemana, Josephine Markmann, mostraron sus pechos frente al Palacio de Justicia de Túnez hace un mes, para pedir la liberación de Amina. Acusadas de atentar contra el pudor y las buenas costumbres e incitar al libertinaje, fueron condenadas a cuatro meses de prisión. Esta semana fueron liberadas, después de pedir perdón ante el juez por lo que hicieron. Pero apenas llegaron a París, dijeron que no se arrepentían de lo que hicieron. La organización emitió un comunicado en el que sentenció “¡Sí, hemos ganado! La decisión ilegal de la justicia tunecina está anulada. Nuestra determinación ha hecho reflexionar a los islamistas, nuestros senos han sido más fuertes que sus piedras”.
Las activistas de Femen se someten a un duro entrenamiento para dar la imagen de guerreras fuertes y altivas, y soportar la presión de las autoridades. Su lema: no sonreír nunca, son soldados en misión.
Pauline, Marguerite, Josephine y Amina son heroínas, mártires. Sus nombres, estampados en los pechos de decenas de jóvenes en diferentes capitales europeas, aparecieron en fotografías y videos que ya son virales en redes sociales. Pareciera ser acertada la tesis: lograron llamar la atención.
No piensan lo mismo las feministas más puras. Para ellas, Femen se contradice al acudir al desnudo para luchar contra la utilización del cuerpo femenino. Les critican por “defender la igualdad sexual y social en el mundo”, asegurando que son reivindicaciones ingenuas y vagas. Otros sectores las ven como poco estructuradas, teóricamente débiles y con deseos apremiantes de salir en los medios de comunicación.
Por otro lado, hay quienes creen que estas mujeres ya desbordaron el activismo y deben superar la fase de la protesta para pasar a la acción política. Viktor Svyastskiy, uno de los hombres que militan en Femen, opina que ellas no pueden correr por las plazas toda su vida y que hay que influir en la toma de decisiones en el ejecutivo y en el legislativo, mejor dicho, hacer política. Sus dirigentes lo han descartado tajantemente.
En abril de este años, activistas de Femen se aparecieron en la Feria Industrial de Hannover, Alemania, con letreros como "fuck dictador" en sus pechos, dirigidos al presidente ruso Vladimir Putin. La canciller Ángela Merkel, incómoda presenció el hecho.
Otros consideran que el nudismo no es suficiente y quieren ver que estas chicas también hagan talleres, publiquen material educativo y se conviertan en una organización que proporcione ayudas legales a otras mujeres que lo necesitan. Creen que los métodos provocadores solo logran despertar reacciones negativas hacia el feminismo. Y hay incluso quienes piensan que las Femen son producto de un plan maquiavélico de la CIA para golpear al mundo musulmán.
Lo cierto es que son populares en redes sociales, reciben donaciones a través de su página www.femen.org, venden artículos en su femenshop, cada semana reciben nuevas adhesiones y abren nuevas sedes. Ya tienen una estructura con un nivel central y toma de decisiones consensuada. Todo esto lo han logrado en el último año. Justamente esta semana estuvieron en titulares de los medios porque Facebook cerró su perfil por considerar que promovía la pornografía y la prostitución. Inna calificó la decisión como ridícula, recibió miles de mensajes de apoyo.
Tal vez sea este tipo de reacciones las que convocan a mujeres de diferentes nacionalidades a unirse a sus campos de entrenamiento. Quieren prepararse mental y físicamente para provocar, para no dejarse intimidar por las cámaras, para luchar contra los policías y tratar de zafarse de sus cordones de seguridad, burlar a los guardaespaldas de los líderes políticos y soportar la presión, los insultos y las agresiones.
No es casual que además de ir a plazas y lugares públicos, ahora persigan a los líderes del mundo para mostrarles sus tetas con mensajes de protesta. Lo hicieron con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y la premier alemana, Ángela Merkel; con el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y lo han intentado con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Hombres en Femen
Femen también recibe hombres en su organización, pero solo las mujeres desnudan sus torsos. Ellas aseguran que es para que el mundo entienda que las mujeres pueden actuar por sí solas y están dispuestas a luchar. Los hombres están en labores logísticas, de apoyo, son fotógrafos, abogados. Hay solo unos pocos gays y lesbianas en sus filas y hasta ahora no hay transexuales.
Hay varios rasgos más que distinguen a Femen. Algunas utilizan corona de flores en su cabeza. Sus dirigentes han aclarado que no tiene nada que ver con el movimiento hippie, sino que proviene de una tradición ucraniana vinculada con el símbolo de la belleza de las guerreras. Para las fundadoras, la corona significa el nacimiento del feminismo en un país que nunca ha existido.
Siempre hacen sus apariciones con los puños cerrados, con las manos en alto, con su cuerpo erguido y cara muy seria. Es su posición de guerreras.
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