El sexo en verano
Fuente: derf.com.ar
El verano es una de las estaciones en las que se da más actividad sexual.
¿Qué es lo que sucede en este breve período del año? ¿Coincide acaso con las variaciones climáticas, con las variaciones hormonales? Todos estos interrogantes son de importancia para que las parejas tomen conciencia de aquellas cosas distintas que les permiten disfrutar plenamente del encuentro amoroso o, por el contrario, de aquellas que les inhiben el placer.
Durante el año no faltan ocasiones en las que el estrés se apodera de nosotros. Pasamos por situaciones complicadas en el trabajo y cuando llegamos a casa estamos demasiado cansados. El estrés cotidiano, limita y afecta la calidad de vida de la pareja, nos vuelve más irritables y tendemos a ser más negativos, fijándonos mucho más en los errores y defectos de quien nos rodea, interpretando mal lo que nos dice o hace. Incluso puede llegar a parecernos que todo lo que hace está mal.
En vacaciones todo es diferente. La tensión y el estrés desaparecen. Tenemos tiempo para estar con nuestra pareja, para conversar, divertirnos y disfrutar el uno del otro. Rompemos la rutina y no estamos sujetos a horarios, estamos relajados y con deseos de estar juntos. Las circunstancias son favorables y las ocasiones para un encuentro sexual se multiplican. Esto es lo que les pasa a las parejas que, si bien tienen una buena relación de base, esta se ve perturbada por la ausencia de espacios de soledad compartida e intimidad.
Para otras, sin embargo, las vacaciones no representan un retorno al paraíso perdido, sino, por el contrario, aumentan las distancias y, aun en el lugar más maravilloso, las cosas no cambian.
En realidad, son varios los factores que ayudan, a un incremento del deseo sexual en verano:
Aumenta el protagonismo de determinadas hormonas que responden positivamente al sol y al buen tiempo. La testosterona, hormona que estimula el deseo sexual, alcanza sus niveles más altos durante el verano dado que responde a los estímulos de la luz. La serotonina y la endorfina, implicadas en la sensación de placer, aumentan sus niveles en el cuerpo con la alimentación, el ejercicio físico y la luz, tres componentes que van especialmente asociados a estos meses.
El cuidado en el atractivo físico. Durante esta etapa la piel está bronceada, y ello la hace más sugerente y atractiva. Se usan prendas de vestir más ligeras e insinuantes, con colores muy intensos y estampados alegres y llamativos.
El papel de la estimulación visual como elemento de seducción importante. La menor tela empleada en la ropa y el semidesnudo y/o desnudo al tomar el sol se convierten en incentivos que despiertan las fantasías sexuales que a veces, pasan más desapercibidas el resto del año.
Durante las vacaciones, el no tener que madrugar y no llevar una rutina de obligaciones hace que en general la gente esté más relajada, y sin prisas ni estrés, todo el mundo está más receptivo a la hora de concederse o buscar unos minutos de intimidad. El buen humor y la flexibilidad de horarios hacen que los defectos de la pareja sean percibidos con menor negatividad que en otras circunstancias.
Además, con el pretexto de “estamos de vacaciones” muchas parejas se animan a llevar a la práctica algunas fantasías sexuales, pensando que en esos días todo está permitido y hay que desinhibirse.
Para muchos, la playa y los escenarios al aire libre, resultan “musas” inspiradoras de situaciones muy eróticas: acariciarse e incluso hacer el amor en el agua del mar, en la montaña bajo las estrellas, en el césped de los parques, en el jardín de la casa, etc.
La siesta también induce momentos de placer: muchos, eligen ese sueño de la tarde, como uno de los momentos preferidos para mantener relaciones sexuales.
Pero si es cierto que toda pareja necesita, para realimentarse, espacios propios, que les permitirán estar más atentos a los modos de comunicarse y de interactuar. Aun cuando se den cuenta que en estos tiempos libres, se aburren mutuamente, ello aunque doloroso puede activarles iniciativas de cambio.
El verano es una de las estaciones en las que se da más actividad sexual.
¿Qué es lo que sucede en este breve período del año? ¿Coincide acaso con las variaciones climáticas, con las variaciones hormonales? Todos estos interrogantes son de importancia para que las parejas tomen conciencia de aquellas cosas distintas que les permiten disfrutar plenamente del encuentro amoroso o, por el contrario, de aquellas que les inhiben el placer.
Durante el año no faltan ocasiones en las que el estrés se apodera de nosotros. Pasamos por situaciones complicadas en el trabajo y cuando llegamos a casa estamos demasiado cansados. El estrés cotidiano, limita y afecta la calidad de vida de la pareja, nos vuelve más irritables y tendemos a ser más negativos, fijándonos mucho más en los errores y defectos de quien nos rodea, interpretando mal lo que nos dice o hace. Incluso puede llegar a parecernos que todo lo que hace está mal.
En vacaciones todo es diferente. La tensión y el estrés desaparecen. Tenemos tiempo para estar con nuestra pareja, para conversar, divertirnos y disfrutar el uno del otro. Rompemos la rutina y no estamos sujetos a horarios, estamos relajados y con deseos de estar juntos. Las circunstancias son favorables y las ocasiones para un encuentro sexual se multiplican. Esto es lo que les pasa a las parejas que, si bien tienen una buena relación de base, esta se ve perturbada por la ausencia de espacios de soledad compartida e intimidad.
Para otras, sin embargo, las vacaciones no representan un retorno al paraíso perdido, sino, por el contrario, aumentan las distancias y, aun en el lugar más maravilloso, las cosas no cambian.
En realidad, son varios los factores que ayudan, a un incremento del deseo sexual en verano:
Aumenta el protagonismo de determinadas hormonas que responden positivamente al sol y al buen tiempo. La testosterona, hormona que estimula el deseo sexual, alcanza sus niveles más altos durante el verano dado que responde a los estímulos de la luz. La serotonina y la endorfina, implicadas en la sensación de placer, aumentan sus niveles en el cuerpo con la alimentación, el ejercicio físico y la luz, tres componentes que van especialmente asociados a estos meses.
El cuidado en el atractivo físico. Durante esta etapa la piel está bronceada, y ello la hace más sugerente y atractiva. Se usan prendas de vestir más ligeras e insinuantes, con colores muy intensos y estampados alegres y llamativos.
El papel de la estimulación visual como elemento de seducción importante. La menor tela empleada en la ropa y el semidesnudo y/o desnudo al tomar el sol se convierten en incentivos que despiertan las fantasías sexuales que a veces, pasan más desapercibidas el resto del año.
Durante las vacaciones, el no tener que madrugar y no llevar una rutina de obligaciones hace que en general la gente esté más relajada, y sin prisas ni estrés, todo el mundo está más receptivo a la hora de concederse o buscar unos minutos de intimidad. El buen humor y la flexibilidad de horarios hacen que los defectos de la pareja sean percibidos con menor negatividad que en otras circunstancias.
Además, con el pretexto de “estamos de vacaciones” muchas parejas se animan a llevar a la práctica algunas fantasías sexuales, pensando que en esos días todo está permitido y hay que desinhibirse.
Para muchos, la playa y los escenarios al aire libre, resultan “musas” inspiradoras de situaciones muy eróticas: acariciarse e incluso hacer el amor en el agua del mar, en la montaña bajo las estrellas, en el césped de los parques, en el jardín de la casa, etc.
La siesta también induce momentos de placer: muchos, eligen ese sueño de la tarde, como uno de los momentos preferidos para mantener relaciones sexuales.
Pero si es cierto que toda pareja necesita, para realimentarse, espacios propios, que les permitirán estar más atentos a los modos de comunicarse y de interactuar. Aun cuando se den cuenta que en estos tiempos libres, se aburren mutuamente, ello aunque doloroso puede activarles iniciativas de cambio.
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