Infieles

Sexo virtual, una nueva y polémica "salida laboral" para estudiantes

Fuente: clarin.com
Generalmente lo hacen para pagarse la carrera universitaria. Dicen que los horarios son flexibles, que juntan hasta $ 4.500 por mes y que es "muy seguro" porque no hay contacto físico con el cliente. Para los sexólogos es una forma de prostitución.

Ellas dicen que se animan porque no hay contacto físico. Y los clientes recurren al servicio por la misma razón. Así, desde ambos extremos se resaltan las bondades de la seguridad y el bajo riesgo al momento de la relación. En el medio, dos computadoras, una cámara, la autorización de una tarjeta de crédito, y un enorme despliegue de fantasías hechas realidad... virtual.

Menos el cruce de cuerpos, todo el resto es real. La excitación del cliente lo es. Y el sueldo que se llevan las chicas a fin de mes, también. Ellas pueden estar en su casa o en una oficina. Ellos igual. Tal vez a miles de kilómetros de distancia o incluso con un océano de por medio. Ese detalle, que no es para nada menor, llevó a que muchas chicas vieran en este trabajo un posible puente para estudiar. ¿Por qué? Porque se gana muy bien: hasta 4500 pesos al mes por trabajar seis horas al día.

"Buscaba un trabajo con horarios flexibles, para seguir con mis estudios de odontología y poder independizarme de mi familia. Y en esto se gana muy bien", dice Gia, de 21 años. Todas estas mujeres (también hay gays y transexuales) que trabajan para ir a la universidad o mantener a sus hijos juran que jamás harían algo así si no fuera virtual. Ninguna piensa que esté enredada en el negocio de la prostitución. Hablan de "un trabajo como cualquier otro", y algunas deslizan que es como "un juego". Los sexólogos no opinan lo mismo: "Cobrar dinero por ofrecer un servicio sexual es una forma de prostitución", alegan. Como sea, las chicas tienen la conciencia tranquila, y eso es lo que vale. ¿Tendrías sexo con clientes virtuales? "¡Para nada! -se escandaliza Gia- en este trabajo juego que estoy con ellos. Justamente lo bueno es que no hay contacto físico".

Imposible saber dónde funcionan estas oficinas, pero quienes están en el rubro calculan que en Buenos Aires hay 150. Clarín estuvo en una. El edificio no es muy diferente al resto de las construcciones que se amontonan en el microcentro. Adentro, el silencio disimula lo que ocurre en uno de los departamentos. El pasillo lleva a un cuarto dividido en ocho compartimentos. Cada chica trabaja en un box cubierto de tules de colores o simil leopardo. Ese fondo es el que ve el cliente mientras Sil, Daniela, Agustina, Tami, o quien esté de turno, realiza sus fantasías. Cada box tiene una computadora con camarita, que es el equipo básico para concretar el servicio. Quien está al frente es Eduardo Dieguez. Acá la empresa se llama Red Rabbit Studio Films, pero es una sucursal de la española YolaTranx Producciones. "La empresa va a cumplir diez años, y en Argentina estamos desde 2001, porque nos dimos cuenta de que los costos eran inferiores en Buenos Aires. Hoy en día tenemos diez estudios acá, desde donde se emite el videochat.

Contamos con unas cien personas entre chicas, chicos y transexuales, además de la gente que trabaja en las oficinas", explica Eduardo. Dice que muchos pagan sus estudios universitarios con este trabajo, porque el promedio de los sueldos va de 2000 a 3000 pesos. También cuenta que trabajan con clientes europeos (90% españoles) que pagan 1,40 euro por minuto de conexión (unos $6,50).

En Córdoba también hay varias de estas empresas. "Nuestros clientes son de Europa y también de los Estados Unidos. Pueden ver a las chicas por la computadora o por celular. Las tarifas son 3 dólares o 2 euros el minuto. Es un muy buen negocio, nos va muy bien", dice a Clarin Cristian Sassi, quien empezó haciendo películas porno: "Pero esto es lo que está de moda ahora, es el negocio de hoy. Y yo le digo a los chicos que es un buen trabajo, no es cansador, se gana bien y es muy seguro". Como los clientes son extranjeros, las chicas tampoco temen ser reconocidas.
Por eso, salvo raras excepciones, ninguna blanquea la realidad ante sus familias. La fachada casi siempre es la misma: "Trabajo en un call center". Sin aclarar. Bueno, al menos las oficinas se parecen.

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