Sexo y alcohol, mala mezcla
Fuente: laestrella.com.pa
Los expertos aseguran que el alcohol aunque tiende a disminuir las inhibiciones no es una buena combinación para el sexo.
Durante años se ha tenido la falsa percepción de que el alcohol es un poderoso afrodisíaco. Lo anterior no se trata más que de un mito. El licor no es una buena combinación para el sexo y está muy lejos de serlo. Aunque estimulante, el alcohol no es un aliado para el amor, debido a que ocasiona problemas serios al organismo.
El placer en jaque
El abuso del alcohol no favorece el placer sexual, por el contrario, al no tener el control absoluto mental y físico, impide un correcto y saludable coito, favorece la agresividad y todo tipo de enfermedades. Entre ellas, dolencias graves de impotencia y disminución de las facultades sensuales y anímicas.
El alcohol, como los demás tóxicos, tales como el tabaco, marihuana o cocaína, y todo tipo de drogas, afecta mucho a la sexualidad. A nivel cerebral, actúa sobre el lóbulo frontal, alterando la capacidad de juicio y autocontrol. Y modifica, en consecuencia, la percepción sensorial, los estímulos sexuales y la conducta del individuo.
Un alcoholismo crónico produce polineuritis de los nervios periféricos y afecta al árbol vascular. Naturalmente, es preciso distinguir entre una intoxicación etílica leve y otra crónica, mucho más grave. Clínicamente, se mide por la concentración de alcohol en la sangre, que puede ir desde mareos y molestias ligeras, hasta pérdida de la consciencia y un profundo estado de coma. La relación dosis-efectos depende de cada individuo en cuestión, de las características del organismo, de las costumbres y de la calidad de vida. Hay personas que aguantan bastante ingestión de alcohol y otras que no lo toleran en absoluto.
CONSECUENCIAS
En los varones , el alcohol provoca problemas de impotencia y puede influir en la dificultad de la erección, así como en eyaculación precoz o muy tardía, en virtud de las características de cada hombre, ya que a nivel plasmático hay un descenso de la testosterona.
El descontrol físico y psíquico altera las relaciones interpersonales, provoca lesiones neurológicas en los testículos y nervios periféricos.
En las mujeres , provoca pérdida de la menstruación, inflamación de la vagina, falta de lubricación e irritaciones genitales. La capacidad para la penetración y el orgasmo también se ven alterados.
Para evitar estas disfunciones sexuales es preciso que el coito no esté muy ligado al episodio alcohólico.
Alteraciones hormonales, amenorrea y falta de libido son efectos en la mujer alcohólica, así como dolencias en el hígado, uno de los órganos que más sufre con el abuso del alcohol, hasta producir una cirrosis hepática.
En general, la ingesta masiva de alcohol no es una buena combinación para el sexo, sino más bien una mezcla nociva y explosiva. Las “alegrías” momentáneas dan paso a una bajada del deseo, impotencia, infertilidad y trastornos en el apetito sexual. Naturalmente, todos estos síntomas se producen cuando se toma en dosis numerosas y continuadas. Como en todo, el signo de la mesura es básico para un sexo placentero y saludable.
Los expertos aseguran que el alcohol aunque tiende a disminuir las inhibiciones no es una buena combinación para el sexo.
Durante años se ha tenido la falsa percepción de que el alcohol es un poderoso afrodisíaco. Lo anterior no se trata más que de un mito. El licor no es una buena combinación para el sexo y está muy lejos de serlo. Aunque estimulante, el alcohol no es un aliado para el amor, debido a que ocasiona problemas serios al organismo.
El placer en jaque
El abuso del alcohol no favorece el placer sexual, por el contrario, al no tener el control absoluto mental y físico, impide un correcto y saludable coito, favorece la agresividad y todo tipo de enfermedades. Entre ellas, dolencias graves de impotencia y disminución de las facultades sensuales y anímicas.
El alcohol, como los demás tóxicos, tales como el tabaco, marihuana o cocaína, y todo tipo de drogas, afecta mucho a la sexualidad. A nivel cerebral, actúa sobre el lóbulo frontal, alterando la capacidad de juicio y autocontrol. Y modifica, en consecuencia, la percepción sensorial, los estímulos sexuales y la conducta del individuo.
Un alcoholismo crónico produce polineuritis de los nervios periféricos y afecta al árbol vascular. Naturalmente, es preciso distinguir entre una intoxicación etílica leve y otra crónica, mucho más grave. Clínicamente, se mide por la concentración de alcohol en la sangre, que puede ir desde mareos y molestias ligeras, hasta pérdida de la consciencia y un profundo estado de coma. La relación dosis-efectos depende de cada individuo en cuestión, de las características del organismo, de las costumbres y de la calidad de vida. Hay personas que aguantan bastante ingestión de alcohol y otras que no lo toleran en absoluto.
CONSECUENCIAS
En los varones , el alcohol provoca problemas de impotencia y puede influir en la dificultad de la erección, así como en eyaculación precoz o muy tardía, en virtud de las características de cada hombre, ya que a nivel plasmático hay un descenso de la testosterona.
El descontrol físico y psíquico altera las relaciones interpersonales, provoca lesiones neurológicas en los testículos y nervios periféricos.
En las mujeres , provoca pérdida de la menstruación, inflamación de la vagina, falta de lubricación e irritaciones genitales. La capacidad para la penetración y el orgasmo también se ven alterados.
Para evitar estas disfunciones sexuales es preciso que el coito no esté muy ligado al episodio alcohólico.
Alteraciones hormonales, amenorrea y falta de libido son efectos en la mujer alcohólica, así como dolencias en el hígado, uno de los órganos que más sufre con el abuso del alcohol, hasta producir una cirrosis hepática.
En general, la ingesta masiva de alcohol no es una buena combinación para el sexo, sino más bien una mezcla nociva y explosiva. Las “alegrías” momentáneas dan paso a una bajada del deseo, impotencia, infertilidad y trastornos en el apetito sexual. Naturalmente, todos estos síntomas se producen cuando se toma en dosis numerosas y continuadas. Como en todo, el signo de la mesura es básico para un sexo placentero y saludable.
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