Infieles

Corte erótico al manga

Fuente: larazon.es
El pasado viernes, Japón iba a votar la revisión de la normativa para controlar la carga sexual en los comics, pero se retrasó por las quejas de la industria por una ley que quiere limitar el erotismo en personajes con apariencia infantil.

Entrar en una de las grandes y numerosas librerías de manga que hay en Japón puede incomodar al occidental más tranquilo. Porque es habitual encontrar entre centenares de títulos fantásticos, de acción, bélicos o infantiles relatos con un alto contenido sexual. No se trata de la misma pornografía que se puede encontrar en muchos establecimientos de esta parte del mundo, sino de historias protagonizadas por sensuales estudiantes menores de edad en las que lo que se insinúa sobrepasa a lo que se puede leer en sus viñetas. Las críticas de Occidente llegaron desde el primer momento, en contra de que un producto pensado para el público oriental traspasara las fronteras hasta llegar a manos de lectores para los que la pederastia, los abusos sexuales y los malos tratos no son, desgraciadamente, temas de ficción.

Pero la sociedad japonesa también ha cambiado durante los últimos años. Sin llegar a los preocupantes niveles occidentales, sí es cierto que el aumento de diferentes tipos de perversiones entre su población ha provocado que el Gobierno tome cartas en el asunto. Algo sucede entre sus educados y sonrientes habitantes. Es como si tras años y años de represión cultural aflorara de golpe como una enfermedad mal curada. Hace un tiempo que saltó la noticia de que dos tercios de las usuarias del metro de Tokio, con edades comprendidas entre los 20 y 30 años, habían sufrido tocamientos en algunos de sus viajes. El tema llegó hasta tal punto que tanto en el metro como en el tren se han habilitado vagones sólo para mujeres. Sin embargo, no se trata del único síntoma de que allí está pasando algo. La presión que sufren los estudiantes por sacar mejores notas ha hecho que los índices de suicido alcancen cifras preocupantes y ha provocado un aumento de los ataques de los jóvenes hacia sus padres, un acto impensable en una sociedad tan respetuosa con sus mayores como la nipona.

Menos violaciones
Aunque el número de abusos y violaciones sigue estando a gran distancia de las cifras de Occidente, y sin que tenga que haber una relación de causa y efecto, lo cierto es que el Gobierno ha empezado a controlar el contenido del manga, el comic japonés que devora todas las escalas sociales sin importar la franja de edad. Es por eso que la Asamblea de Tokio ha emprendido una reforma legal para reducir el contenido sexual en los títulos dirigidos a menores de edad. Esto supone un ataque directo a uno de los símbolos más respetados de la cultura japonesa, en donde es fácil localizar en las páginas de sus manga o en sus series de animación chicas de apariencia aniñada que lucen ostentosos escotes o reducidas minifaldas, todo ello rodeado de una alta carga sexual. Lo que ha provocado que respetados autores del género, como Go Nagai, creador de «Mazinger Z» y que también había realizado mangas eróticos en su juventud, se opusieran a elevar el nivel de la censura en el medio. Dicha normativa iba a ser votada el pasado viernes, pero ha sido pospuesta por la poca definición de las medidas a emprender. Go Nagai afirma de ella que «era demasiado vaga», y que las enmiendas «van en contra de la libertad de expresión de los artistas y de la industria del manga». Una norma que solamente se aplicaría en la capital de Japón y afectaría a cualquier personaje de manga o animé que pueda ser percibido como menor por su «edad, vestimenta, accesorios, grado escolar, el escenario en el que se encuentre, la edad de otros personajes o su voz». Si se incumple esta un tanto ambigua ley, los autores podrían ser sancionados con multas de hasta 300.000 yenes (2.400 euros).

Adulto, no pornográfico
Esta modificación de la ley no preocupa a los editores españoles, ya que afecta a un tipo de material que no tiene aceptación entre los lectores. Son pocos los títulos que llegan desde Japón con contenido adulto, que no pornográfico, pero siempre se tiene en cuenta la legislación española. Tal y como nos ha confirmado Ignasi Estapé, editor de la línea manga de Planeta DeAgostini, «como editores de manga siempre hemos tenido cuidado con el material publicado, retractilando los volúmenes e identificando la leyenda para adultos en el caso de que exista material explícito o violento». A lo que añade que «la postura de la firma es conservar nuestra política editorial, ya que siempre se ha basado en el respeto e integridad del lector y los contenidos ofrecidos».

El manga no es sólo violencia y erotismo, una imagen errónea que continúa en la mente de los que lo conocen por la polémica. Podemos encontrar joyas como «El almanaque de mi padre» de Jirô Taniguchi, una emotiva historia donde su protagonista asiste al entierro de su padre y descubre lo equivocado que estuvo al romper con su familia. «Eagle», un relato de política- ficción en donde Kaiji Kawaguchi relata cómo sería la campaña política de un candidato asiático-americano, todo ello años antes de la candidatura de Obama. O la crítica al sistema sanitario japonés de «Team Medical Dragon» de Taro Nogizaka y Akira Nagai.

Shin Chan, en apuros también
Shin Chan también puso en aprietos a más de una cadena autonómica debido a su descarado contenido. Sus movimientos de caderas a la vez que mostraba su desnudo trasero o directamente su «trompa» llevó a retirar la serie de varias parrillas televisivas. En Japón fue problemática, pero por causas distintas. Allí que mostrara sus vergüenzas no era motivo de debate. Las quejas vinieron por la falta de respeto del pequeño hacia su madre. No sólo por burlarse de su edad, de la celulitis y cualquier otro signo de la edad, sino por llamarla por su nombre de pila, algo que se consideraba totalmente irrespetuoso.

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