Sexo fuera de casa
Fuente: losandes.com.ar
Los matrimonios vuelven a los albergues transitorios en busca de mayor intimidad y motivación. Ahora, el mercado ofrece opciones con decoración temática, secciones de spa, gastronomía de autor y hasta vinos seleccionados.
Alejandro Ortega
Es de noche. Una pareja llega de incógnito a un albergue transitorio. El auto, con vidrios polarizados, se detiene por un momento frente a un imponente portal que más que seguridad, denota intimidad. Electrónicamente las puertas se abren, el coche avanza y la ruta lleva a un lugar privado donde los únicos testigos son los que ocupan el vehículo.
Desde el momento en el que la decisión -si se quiere- trasgresora de ir a un “telo” se hizo realidad, adrenalina, pasión, excitación y un sinfín de sensaciones trascienden lo corporal y la mente comienza a jugar su papel erotizante. Eso fue siempre así, claro que hace unos años atrás el hotel alojamiento estaba conformado sólo por una cama, algún espejo, luces rojas o azules y un canal porno encendido en la habitación.
Ahora, el cliente se volvió más exigente y el mercado ofrece opciones con decoración temática, secciones de spa, gastronomía de autor y hasta vinos seleccionados para entrar en clima.
“Ahora muchas parejas deciden hacer su noche de bodas acá e, incluso, otro tanto elige antes de tomar una habitación, primero entrar a conocer el lugar y los servicios que ofrece. Ese cambio es notable”, contó Renzo recepcionista de un importante hotel alojamiento de Mendoza.
Un lugar para transgredir
La sexóloga Adriana Arias, especialista en erótica, en una nota realizada en la web de entremujeres.com (de Clarín) celebra las novedades.
“El formato tradicional del telo está en crisis. Hoy los hoteles proponen un nuevo concepto, más ligado al erotismo y al placer sensorial que a la mera genitalidad -analiza-. Antes el telo estaba por fuera del erotismo aceptable y por fuera del amor: hoy, en cambio, es un espacio que integra mucho más la sexualidad más femenina, y que muchas parejas eligen para estimular el deseo a través de los sentidos y la imaginación”.
Lo cierto es que muchas parejas estables (casados o en concubinato) han vuelto a sus andanzas sexuales en hoteles por motivos que no sólo tienen que ver con el morbo que genera la situación en sí.
“Nosotros tenemos tres hijos, uno adolescente y dos niños. Con ese panorama nuestra vida sexual se limitó a relaciones rápidas y sin ningún tipo de juego. Por eso decidimos, aunque sea dos veces por mes, ir a un hotel alojamiento. La verdad es que nos sirvió mucho”, confesó Alberto, un empresario de Guaymallén que está casado desde hace 22 años.
“Hoy -aportó Alejandrina Román De Giro, psicóloga, sexóloga, docente universitaria y directora de Cepas- existen dos problemas a nivel social que impiden que las parejas tengan una vida sexual plena. Por un lado, la falta de ambientes (se viven en lugares pequeños)".
" Y, por el otro, por situaciones económicas muchos han vuelto a vivir a la casa de los padres, por lo que muchas parejas no sólo han perdido intimidad, sino que esas situaciones les han quitado espontaneidad a su vida sexual”.
Es por eso que el “telo” se convierte en un aliado de la pasión. “El hotel alojamiento da privacidad, encuentro tranquilo y, además, siempre ha sido considerado como un lugar de trasgresión y eso también erotiza. El estar en un ambiente trasgresor, invita a conductas transgresoras, a jugar con la sexualidad, a utilizar otros elementos para lograr el placer que en casa estaría como vedado”, explicó la sexóloga.
Y es que el hogar es considerado como un ámbito familiar, lo que lleva psicológicamente a tener una sexualidad más recatada. “El hotel alojamiento da permisos, tiempo, espacio de libertad y aditamentos como la decoración, jacuzzis o cascadas que encienden la pasión.
Siempre es positivo, ya sea como elemento sorpresa (es decir, que uno sorprenda al otro con la visita a un motel) o planificado (así se guardan todas las energías y adrenalina para el encuentro) el incluir este tipo de opciones a la vida sexual de una pareja”, aportó Román De Giro.
Los matrimonios vuelven a los albergues transitorios en busca de mayor intimidad y motivación. Ahora, el mercado ofrece opciones con decoración temática, secciones de spa, gastronomía de autor y hasta vinos seleccionados.
Alejandro Ortega
Es de noche. Una pareja llega de incógnito a un albergue transitorio. El auto, con vidrios polarizados, se detiene por un momento frente a un imponente portal que más que seguridad, denota intimidad. Electrónicamente las puertas se abren, el coche avanza y la ruta lleva a un lugar privado donde los únicos testigos son los que ocupan el vehículo.
Desde el momento en el que la decisión -si se quiere- trasgresora de ir a un “telo” se hizo realidad, adrenalina, pasión, excitación y un sinfín de sensaciones trascienden lo corporal y la mente comienza a jugar su papel erotizante. Eso fue siempre así, claro que hace unos años atrás el hotel alojamiento estaba conformado sólo por una cama, algún espejo, luces rojas o azules y un canal porno encendido en la habitación.
Ahora, el cliente se volvió más exigente y el mercado ofrece opciones con decoración temática, secciones de spa, gastronomía de autor y hasta vinos seleccionados para entrar en clima.
“Ahora muchas parejas deciden hacer su noche de bodas acá e, incluso, otro tanto elige antes de tomar una habitación, primero entrar a conocer el lugar y los servicios que ofrece. Ese cambio es notable”, contó Renzo recepcionista de un importante hotel alojamiento de Mendoza.
Un lugar para transgredir
La sexóloga Adriana Arias, especialista en erótica, en una nota realizada en la web de entremujeres.com (de Clarín) celebra las novedades.
“El formato tradicional del telo está en crisis. Hoy los hoteles proponen un nuevo concepto, más ligado al erotismo y al placer sensorial que a la mera genitalidad -analiza-. Antes el telo estaba por fuera del erotismo aceptable y por fuera del amor: hoy, en cambio, es un espacio que integra mucho más la sexualidad más femenina, y que muchas parejas eligen para estimular el deseo a través de los sentidos y la imaginación”.
Lo cierto es que muchas parejas estables (casados o en concubinato) han vuelto a sus andanzas sexuales en hoteles por motivos que no sólo tienen que ver con el morbo que genera la situación en sí.
“Nosotros tenemos tres hijos, uno adolescente y dos niños. Con ese panorama nuestra vida sexual se limitó a relaciones rápidas y sin ningún tipo de juego. Por eso decidimos, aunque sea dos veces por mes, ir a un hotel alojamiento. La verdad es que nos sirvió mucho”, confesó Alberto, un empresario de Guaymallén que está casado desde hace 22 años.
“Hoy -aportó Alejandrina Román De Giro, psicóloga, sexóloga, docente universitaria y directora de Cepas- existen dos problemas a nivel social que impiden que las parejas tengan una vida sexual plena. Por un lado, la falta de ambientes (se viven en lugares pequeños)".
" Y, por el otro, por situaciones económicas muchos han vuelto a vivir a la casa de los padres, por lo que muchas parejas no sólo han perdido intimidad, sino que esas situaciones les han quitado espontaneidad a su vida sexual”.
Es por eso que el “telo” se convierte en un aliado de la pasión. “El hotel alojamiento da privacidad, encuentro tranquilo y, además, siempre ha sido considerado como un lugar de trasgresión y eso también erotiza. El estar en un ambiente trasgresor, invita a conductas transgresoras, a jugar con la sexualidad, a utilizar otros elementos para lograr el placer que en casa estaría como vedado”, explicó la sexóloga.
Y es que el hogar es considerado como un ámbito familiar, lo que lleva psicológicamente a tener una sexualidad más recatada. “El hotel alojamiento da permisos, tiempo, espacio de libertad y aditamentos como la decoración, jacuzzis o cascadas que encienden la pasión.
Siempre es positivo, ya sea como elemento sorpresa (es decir, que uno sorprenda al otro con la visita a un motel) o planificado (así se guardan todas las energías y adrenalina para el encuentro) el incluir este tipo de opciones a la vida sexual de una pareja”, aportó Román De Giro.
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